El golpe de calor sin tratar puede dañar rápidamente el corazón

El golpe de calor sin tratar puede dañar rápidamente el corazón. Si aparece la deshidratación y no se trata de forma adecuada, el golpe de calor puede provocar una situación de shock en la que sucede un fallo multiorgánico, dañando rápidamente al cerebro, el corazón y los riñones.

Por ello, es vital que el golpe de calor se trate de manera urgente, evitando complicaciones graves que puedan poner en peligro la vida de la persona afectada.

¿Qué es el golpe de calor?

El golpe de calor es el aumento de la temperatura del cuerpo debido a una exposición prolongada al sol (insolación clásica) o por realizar ejercicio en ambientes calurosos con temperaturas elevadas y poca ventilación. En estas situaciones, el cuerpo pierde una cantidad significativa de agua y sales minerales esenciales para su funcionamiento, lo que dificulta la regulación térmica a través de la sudoración.

Cuando la temperatura ambiente es extremadamente alta, el mecanismo de enfriamiento natural del organismo se ve sobrepasado, provocando un aumento peligroso de la temperatura corporal. El golpe de calor puede manifestarse de forma inmediata o después de varios días de exposición al calor intenso.

Bajo condiciones normales, nuestro cuerpo mantiene su temperatura estable gracias a la transpiración. Sin embargo, en los días de calor extremo, el organismo debe realizar un esfuerzo mayor para disipar el calor, lo que puede resultar insuficiente en algunas circunstancias y llevar a una situación peligrosa.

¿Cuáles son los síntomas?

El principal signo del golpe de calor es un incremento de la temperatura corporal por encima de los 39°C (medida en la axila). Además, pueden presentarse los siguientes síntomas:

  • Sed intensa y sequedad en la boca.
  • Sudoración excesiva o, en casos graves, ausencia de sudor.
  • Sensación de calor sofocante.
  • Piel caliente y enrojecida.
  • Agotamiento, cansancio o debilidad extrema.
  • Mareos, vértigo o incluso desmayo.
  • Calambres musculares.
  • Agitación y confusión mental.
  • Náuseas, vómitos y falta de apetito.
  • Dolor de cabeza intenso.
  • Estado de delirio, desorientación, convulsiones o incluso coma.

Grupos de riesgo para sufrir un golpe de calor

Existen ciertos grupos de personas que tienen un mayor riesgo de sufrir un golpe de calor. Entre ellos se encuentran:

  • Niños menores de 4 años y lactantes.
  • Personas mayores de 65 años.
  • Individuos con enfermedades crónicas como diabetes, patologías cardiovasculares, cerebrovasculares, respiratorias, renales o neurológicas.
  • Personas con sobrepeso u obesidad.
  • Individuos en situación de aislamiento social.
  • Trabajadores que realizan labores intensas al aire libre o practican deportes de alta exigencia.
  • Personas con capacidades mentales disminuidas o que no pueden adoptar medidas protectoras sin ayuda.

¿Cómo actuar frente a un golpe de calor?

Ante un caso de golpe de calor, es fundamental actuar con rapidez y eficacia para evitar complicaciones. Las medidas a seguir son:

  1. Solicitar asistencia médica urgente.
  2. Trasladar a la persona a un lugar fresco y alejado del sol.
  3. Enfriar el cuerpo con aire o agua fría. Se pueden aplicar compresas húmedas en la cabeza, cuello, tórax, brazos y muslos o realizar un baño con agua templada.
  4. Hidratar a la persona afectada. Si está consciente, ofrecer agua o bebidas con electrolitos. Si no puede ingerir líquidos, evitar forzar la ingesta.
  5. Evitar el uso de bebidas alcohólicas o muy frías.

¿Qué medidas debemos seguir frente al calor?

Para prevenir un golpe de calor, es importante adoptar ciertas medidas tanto en casa como en el exterior.

En casa:

  • Mantener cerradas las ventanas que reciben sol directo.
  • Permanecer en las zonas más frescas de la vivienda.
  • Vestir ropa ligera, de algodón y colores claros.
  • Utilizar ventiladores o aire acondicionado sin abusar del enfriamiento.
  • Tomar duchas con agua fresca.
  • Beber agua y zumos naturales incluso sin tener sed.
  • Consumir frutas y alimentos ligeros.
  • Evitar el consumo de alcohol y comidas copiosas.

En la calle:

  • Evitar salir durante las horas de mayor calor.
  • Usar gorra, gafas de sol con protección UV y ropa fresca.
  • Buscar la sombra y evitar exposiciones prolongadas al sol.
  • Llevar una botella de agua y beber con frecuencia.
  • Mojar la cara y las manos para refrescarse.
  • Buscar refugio en lugares climatizados.

Para trabajos al aire libre:

  • Consultar la previsión meteorológica y prepararse ante olas de calor.
  • Evitar esfuerzos físicos intensos entre las 14:00 y las 17:30 horas.
  • Utilizar ropa amplia, de colores claros y transpirable.
  • Protegerse del sol con gorras, sombreros y protector solar.
  • Beber agua frecuentemente, aunque no se tenga sed.
  • Evitar alcohol, drogas y bebidas con cafeína.
  • Consumir comidas ligeras y evitar grasas.
  • Realizar pausas frecuentes en lugares frescos.
  • Adaptar el ritmo de trabajo según la tolerancia al calor.

Conclusión

El golpe de calor sin tratar puede dañar rápidamente el corazón, causando complicaciones graves que pueden afectar al cerebro, los riñones y otros órganos vitales. Es fundamental reconocer los síntomas y actuar rápidamente ante los primeros signos. Asimismo, es importante adoptar medidas preventivas para reducir el riesgo, especialmente en personas más vulnerables.

Prevenir el golpe de calor es posible con hábitos adecuados, como una correcta hidratación, evitar la exposición al sol en las horas más calurosas y vestir ropa ligera. La prevención y la rápida actuación pueden marcar la diferencia y salvar vidas. Además, durante los días de calor extremo, es crucial estar atentos a las señales de agotamiento y reconocer que la deshidratación no solo afecta el bienestar general, sino que puede comprometer el funcionamiento de órganos esenciales. Implementar estrategias de protección personal y colectiva frente a las olas de calor contribuirá a reducir la incidencia de golpes de calor y a garantizar la salud de todos, especialmente de aquellos en mayor riesgo.